EL ENTORNO:
La buena noticia es que no existe una atmósfera única para lograr la conexión con las musas, pues cada escritor elige el lugar que le resulta más confortable para concentrarse, pero, de todos los sitios disponibles, debería decantarse por ese rincón predilecto, ausente de distracciones. Un lugar que pueda frecuentar a menudo, en el que se aísle por completo.
Como animales de costumbres que somos, es conveniente elegir la misma franja horaria, para que el cuerpo se haga al hábito y la creatividad se active, llegado el momento. En poco tiempo, al igual que sonido del primer rugido de tripas a la hora de comer o el primer bostezo cuando es hora de acostarse, nuestra cabeza asociará la hora con la faena de escribir y se pondrá a trabajar cada vez con más rapidez y eficacia.
Tan primordial como el lugar, lo es el sonido envolvente. Si tu rincón de escritura está en un lugar concurrido o ruidoso, como tu cafetería preferida o un bullicioso parque al aire libre, ponte los auriculares, insonorízate con un poco de música y empieza a escribir al ritmo de esa vocecilla que te dicta el texto. Personalmente te recomiendo música melódica. Yo siento predilección por las bandas sonoras. Aunque la música clásica también es muy recomendable. Elijas el estilo que elijas, lo más aconsejable es que se trate de música sin letra, (o por lo menos, sin letra comprensible o traducible) para que los estribillos no te distraigan con su canto de sirena.
EL SOPORTE:
Utiliza un soporte con el que te identifiques:
Como ya sabemos, los soportes y los materiales para escribir son ilimitados. ¿Cuál es el mejor o el más conveniente? Eso depende de tu comodidad.
Las opciones son muchas y cada una de ellas tiene sus ventajas:
Para el escritor impetuoso y prolífico, el ordenador es la herramienta más recomendable. El procesador de textos te permite rectificar frases y párrafos sin tener que reescribirlos, ventaja muy conveniente cuando lo que sale de tu cabeza son ideas a lo loco que posteriormente necesitan una reestructuración.
Si, por el contrario, tu inspiración es más reflexiva y se manifiesta a cuenta gotas, puedes decantarte por la escritura manuscrita, ya sea con la romántica estilográfica, el fluido bolígrafo de gel o el humilde, pero siempre estimado, lapicero.
Bajo ningún concepto, intentes adaptarte al archiconocido arquetipo de escritor (máquina de escribir mecánica o… ¡plumilla con tintero!) si eso te impide crear con soltura. El escritor se hace a sí mismo, lo que escribe le define, lo que le inspira, también, incluso dónde y cómo lo escribe, y forzarte a seguir un patrón, si no te facilita la tarea, solo te encorsetará y bloqueará.
Por eso, si para ti es más cómodo escribir en tu teléfono móvil o sobre papel reutilizado, cuadriculado o de color butano, sobre servilletas de bar, pósits, libretas pautadas o viejas agendas que jamás utilizaste, hazlo. Mezcla sistemas y métodos, empieza con uno y ultima con otro. Investiga, en beneficio de tu comodidad, hasta que des con la combinación perfecta. Crea el hábito y, en menos que canta un gallo, la escritura fluirá por si sola.
Ana García Cruz
La muleta del escritor
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